Como ya había comprado Chlorella en una tienda ecológica (de Taiwán), los argumentos expuestos en su página web me convencieron para probar su producto, fabricado en Europa (garantía de trazabilidad) y en un ambiente protegido (es decir, su método de producción en tubo).
Consumo esta chlorella regularmente durante todo el año y más concretamente en otoño y al final del invierno, periodos en los que solía sentirme más perezosa, más vulnerable a la gripe y a las infecciones víricas (como el herpes labial). Debo decir que se ha producido una clara mejoría en los últimos años: las pocas infecciones gripales que he padecido han sido mucho menores que en mi entorno familiar o profesional (sin fatiga intensa, por ejemplo, como había sentido en la última década) y las calenturas casi han desaparecido (sólo un pequeño ataque, que se atajó rápidamente, probablemente debido a la fatiga de una mudanza).
Al haber reducido también considerablemente mi consumo de carnes rojas y embutidos en los últimos años (¡sin hacerme vegetariano!) no he tenido que lamentar ninguna anemia (mis análisis de sangre lo confirmaron), lo que debo (¿quizás?) a este complemento alimenticio de chlorella. También he recomendado su chlorella a mi ex-marido que la toma regularmente desde entonces (gran deportista, habiendo excluido la carne de su alimentación, había sufrido anemias repetidas antes de integrar este complemento alimenticio en su dieta) así como a una amiga profesora-investigadora que notó muy rápidamente una mejora en la calidad de su sueño. Por tanto, sigo confiando en su producto a pesar de su coste, que desgraciadamente no está al alcance de todos.
Isabelle